BARTOLOMÉ DE LAS CASAS Y LOS DERECHOS HUMANOS
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS Y LOS DERECHOS HUMANOS
La
persona y obra de Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566) se nos presenta en
nuestro tiempo estrechamente ligada a la teoría y práctica de los derechos
humanos. Bartolomé de las Casas fue el defensor de los indios y, por ende,
defensor de los hombres, de todos los hombres, de todos los oprimidos en todos
los tiempos y en todos los lugares. Defenderá sus derechos como seres humanos,
personas racionales y libres, y luchará por conseguir para ellos la dignidad,
la libertad, la justicia, preservar su cultura, su tierra y sus bienes.
Durante
cinco siglos su figura ha estado rodeada de polémica: para unos, es el gran
promotor de los derechos humanos, como defensor de los indios y de todos los
hombres, particularmente los oprimidos; para otros, ha sido gran agitador de
masas, personalidad obsesiva-compulsiva, cuyos escritos panfletarios
contribuyeron a la leyenda negra contra España.
En
el desarrollo de los derechos humanos se han diferenciado tres etapas –tres
generaciones-, además de la denominada “generación cero”, que está referida a
ese largo pasado de tradiciones religiosas, filosóficas y culturales, que
recogen las aspiraciones de dignidad, libertad, justicia y felicidad del ser
humano.
Hay
que recalcar que Fray Bartolomé de Las Casas defendía la racionalidad, libertad
y dignidad del indio, así como el carácter radicalmente injusto, inicuo y
tirano de la guerra y la conquista. Para Las Casas el único título para la
intervención en el Nuevo Mundo es la donación pontificia y el mandamiento de
Cristo de “id y predicar el Evangelio a todas las gentes” y la predicación “no
in armis”, sino en paz y mediante la persuasión.
Bartolomé
de Las Casas dedicó su vida y su obra a la defensa de los derechos del hombre,
de todos los hombres (indios, españoles y negros), sin distinciones. En el
siglo XVI imaginó y deseó fervientemente para el Nuevo Mundo otros caminos,
visualizando los peligros y desgracias, si no se modificaba el rumbo.
Quinientos años después sus denuncias siguen vigentes y nos animan a pensar en
otro mundo posible y luchar por alcanzarlo.
El
marco teórico en el que se sitúa Bartolomé de Las Casas es la filosofía
escolástica y el humanismo renacentista y desde allí su antropología como derechos
naturales y derechos humanos.
La
filosofía escolástica procura conjugar y conciliar dos vías: el discurso
natural propio de la razón humana y la revelación cristiana. Para la filosofía
escolástica la dignidad del hombre le viene dada por ser creado por Dios, padre
de todos los hombres, mientras que el humanismo renacentista reconocerá tal
dignidad en el hombre por sí mismo, y el lugar que ocupa en el cosmos.
Bartolomé de Las Casas argumentará la dignidad del hombre por ser creatura de
Dios, pero también por sí mismo, ya que las naturalezas creadas tienen
autonomía propia. Así defenderá la dignidad de los indios con argumentos
escolásticos y también propios del renacimiento y humanismo Para Bartolomé de
Las Casas, el hombre, precisamente por su naturaleza, tiene unos derechos
naturales.
Bartolomé
de Las Casas defiende los mismos derechos para los indios y para los españoles
(también para los negros), si bien en estricta justicia tendrá en primer plano
la defensa de los que él considera más débiles, los indios; los españoles
tienen derechos a establecerse en otras tierras y tener posesiones, a comunicar
su cultura, a predicar el evangelio, pero todo ello preservando los derechos de
los indios y el bien común. Todos los hombres son racionales y libres. Todos
los hombres tienen la misma estructura de cuerpo y alma. Todos están dotados de
entendimiento y voluntad.
Ciertamente
los indios tienen algunos comportamientos salvajes, pero son susceptibles de
modificación por la educación y evangelización para que puedan gobernarse y
comportarse adecuadamente.
Para
Las Casas los indios no son bárbaros por
naturaleza, ni siquiera tienen la racionalidad disminuida, y por tanto
son aptos para gobernarse. La naturaleza no hace nada en vano y no puede hacer
a todo un pueblo incapaz de gobernarse.
La
filosofía escolástica de Las Casas es más humanista que la filosofía
renacentista de Sepúlveda, que podría aparecer como más representativa de la
modernidad de la época, y que veía a los indios como intrínsecamente perversos
y dignos de castigo, por sus crímenes de lesa humanidad (sacrificios humanos y antropofagia).
José Isaías Yate Oyola
III de Filosofía
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